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jueves, 30 de octubre de 2008

Primera partida dirigiendo La Torre de Rudesindus (Servobot)

Hace unas semanas tuve la suerte de poder dirigir a mi grupo habitual por primera vez la Torre de Rudesindus, descartando seguir la campaña de Fuego de Brujas que llevamos meses desarrollando, animados por la original temática del juego.

Los lutines recién llegados fueron cuatro:
  • Choto, del Dominio de la tierra, muy fuerte y resistente además de excavador pero cabezota, gordo, codicioso y manco.
  • Chakaflús, del Dominio del aire, listo, saltarín y trepador pero tímido, flaco y miope.
  • Eskirla, del Dominio del hielo que era resistente, ágil y atento pero comilón, vago y dormilón.
  • Glutén-tén del Dominio de las ilusiones. Muy rápido, escurridizo y observador pero tartamudo, minúsculo, apestoso (por sus pies) y desconfiado.
Decidí que serían los únicos lutines de la torre y que acabaran de llegar, sin saber donde estaba cada habitación ni como funcionaban las cosas en el lugar.

La partida comenzó con los cuatro conociéndose y presentándose en el baúl de los lutines, poco antes de que Rudesindus les encargara dos tareas antes de marcharse a un concilio de magos: Limpiar los viales del laboratorio y clasificar los objetos mágicos. Entregó la Campana de la llamada a Glutén-tén un poco por azar y marchó.

Lo primero que hizo Glutén-tén fue probarla mientras los demás intentaban salir del cofre para ponerse manos a la obra, provocando que Lucifer fuera atraído hasta el lugar y poniendo muy difícil a Eskirla el salir de allí ileso, ya que había sido el primero en lograr salir del baúl.

Tras varias carreras y alguna pelea, lograron dar esquinazo al gato, y llegaron corriendo a la habitación con trampa, donde Choto cayó sin poder impedirlo y Glutén-tén fue empujado por Eskirla para...no sé muy bien para qué, aunque pronto le llegó su castigo, pues Lucifer les había seguido hasta aquí y lo atacó siendo el único a su alcance porque Chakaflús ágilmente había trepado a lo alto de una estantería. El gato se despachó a gusto con el lutin, dejándolo maltrecho.

Mientras tanto en las mazmorras, Choto y Glutén-tén conocieron a Sir Ángelo, que trataba de escapar con una improvisada ganzúa y no se creyó que ellos querían también salir de allí sin torturarle primero, por lo que dejó de intentar escapar y se negó a hacer nada mientras estuvieran merodeando. Choto pudo excavar un pequeño orificio en la puerta por el que los lutines pudieron salir, dejando atrás las maldiciones del caballero prisionero.

Una vez reunidos todos de nuevo, y con la desaparición misteriosa de Eskirla, que seguramente se quedó durmiendo en algún rincón, decidieron ir explorando la torre para averiguar donde demonios estaban el laboratorio y la sala de objetos mágicos. Finalmente lograron encontrarlos y decidieron dividirse: Choto limpiaría el laboratorio, ya que según su contrato no podía negarse a hacerlo, y Glutén-tén con Chakaflús de aliado catalogarían los objetos mágicos.

Choto tuvo la brillante idea de ir metiéndose en la boca los tubos y probetas para limpiarlas (es manco, recordemos) y ocurrió lo que tenía que ocurrir, trasformándolo en una bola de humo blanco que tuvo problemas para mantenerse agrupada durante los primeros minutos.

La otra pareja mientras tanto comenzó a catalogar cuanto objeto veían, pero como no tenían ni idea de los nombres ni las funciones de cada cosa no avanzaban demasiado rápido. Cuando le tocó el turno a la esfera de adivinación un desafortunado empujón la tiró de su pedestal, haciendo que rodara por la mesa y amenazara con estrellarse contra el suelo. Chakaflús, responsable del incidente intentó sin éxito pararla, por lo que Glutén-tén se lanzó a la carrera para tratar de detenerla, golpeándola con su cuerpo y logrando dos cosas: parar su avance milagrosamente y hacer una grieta en su superficie.

En el laboratorio Choto logró compactarse lo suficiente para ir a pedir ayuda al resto de lutines, que entre risas le dijeron que probara otras cosas, que alguna lograría hacerle volver a su anterior estado. A Choto esa idea le pareció buena, por lo que la puso en práctica alegremente.
El siguiente resultado fue su transformación en un montón de....estiércol.

Los demás lutines trataron de colocar la bola de nuevo en su sitio, cosa que consiguieron tras grandes esfuerzos y casi hacer que el objeto volviera a correr salvajemente por la mesa. Entonces conocieron a un exigente anillo mágico que les ofreció un trato: restablecer la bola mágica a su anterior estado si ellos lo sacaban de la torre a cambio.
Tras duros regateos el acuerdo quedó cerrado, pero no pudo ser llevado a la práctica porque Chakaflús descubrió un anillo de invisibilidad que se colocó en la cintura, haciéndolo desaparecer y provocando la rotura del espejo zalamero de un puñetazo, ya que había entablado conversación con Chakaflús y se había dedicado a meterse con el ahora invisible lutin.

La situación se desmadraba por momentos, y los lutines estaban cada vez más desesperados. Choto siguió intentando recobrar la normalidad, pero solo logró transformarse en una larva, que volvió arrastrándose a la sala de objetos mágicos para volver a pedir ayuda.
Los demás lutines accedieron a ayudarle cuando acabaran de esconder los daños ocasionados y salir de allí cuanto antes, pero volvieron a liar las cosas cuando Chakaflús encontró una bolsa con polvos dorados mientras buscaba un sitio para esconder los trozos del espejo zalamero. El resultado: él mismo convertido en oro y la mesa donde se encontraban también.
Cuando fueron al laboratorio para ayudar a Choto se encontraron con que su compañero había recobrado su aspecto habitual, pero casi todos los viales se habían roto como resultado de las transformaciones.

Poco más pudieron hacer, porque Rudesindus volvió en ese momento, pidiendo explicaciones. Choto explicó que el destrozo fue culpa de Lucifer y que él había limpiado el resto de cosas como había podido. Glutén-tén y Chakaflús se echaron las culpas mutuamente de lo ocurrido, causando un gran disgusto en el mago y haciendo que la campana pasara a propiedad de Choto, que lo celebró... haciéndola sonar.

Y con esto Rudesindus los devolvió a su baúl hasta la próxima vez que... no tuviera más remedio que encomendarles más tareas.

Así acaba la primera aventura en la Torre de Rudesindus, dejándo un buen sabor de boca a todos los participantes por su temática desenfadada y su sencillo sistema de juego. Un saludo a tod@s.

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