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martes, 22 de julio de 2008

Los templarios en Aquelarre

La caballería del templo de Salomón había nacido en el mayor fervor de las cruzadas, y los sacrificios y austeridades que les imponía su regla, dictada por el entusiasmo y celo ardiente de San Bernardo, les habían granjeado el respeto y aplauso universal. Los templarios, en efecto, eran el símbolo vivo y eterno de aquella generosa idea que convergía hacia el sepulcro de Cristo los ojos y el corazón de toda la cristiandad. En su guerra con los infieles, nunca daban ni admitían tregua, ni les era lícito volver las espaldas aun delante de un número de enemigos conocidamente superiores; así es que eran infinitos los caballeros que morían en los campos de batalla. Al desembarcar en el Asia los peregrinos y guerreros bisoños encontraban la bandera del Temple, a cuya sombra llegaban a Jerusalén sin experimentar ninguna de las zozobras de aquel peligroso viaje. El descanso del monje y la gloria y la pompa mundana del soldado les estaban igualmente vedados, y su vida entera era un tejido de fatigas y abnegación. Europa se había apresurado, como era natural, a galardonar una Orden que contaba en su principio tantos héroes como soldados, y las honras, privilegios y riquezas que sobre ella comenzaron a llover, la hicieron en poco tiempo temible y poderosa, en términos de poseer, (…) nueve mil casas y los correspondientes soldados y hombres de armas.

Como quiera, el tiempo, que todo lo mina; la riqueza, que ensoberbece aún a los humildes, la fragilidad de la naturaleza humana, que al cabo de tantos esfuerzos sobrenaturales, y, sobre todo, la exasperación causada en los templarios por los desastres de la Tierra Santa, y las rencillas y desavenencias con los Hospitalarios de San Juan, llegaron a manchar las páginas de la historia del Temple, limpias y resplandecientes al principio. Desde la altura a que los habían encumbrado sus hazañas y virtudes, su caída fue grande y lastimosa. Por fin perdieron San Juan de Acre, y, apagado ya el fuego de las cruzadas a cuyo calor habían crecido y prosperado, su estrella comenzó a amortiguarse, y la memoria de sus faltas, la envidia que ocasionaban sus riquezas y los recelos que inspiraba su poder, fue lo único que trajeron de Palestina…”


(Enrique Gil y Carrasco. “El Señor de Bembibre”, capítulo IV)



Me disculparán los lectores que empiece con esta cita, algo extensa, de uno de nuestros autores románticos más injustamente ignorados, pero creo que nadie como él para expresar el espíritu de la Orden Templaria.

Aunque en la época habitual de Aquelarre (mediados del siglo XIV) la orden lleva ya varias décadas disuelta, es posible encontrar viejos freires templarios en otras órdenes militares, ya que en 1331 se les autorizó a ello. Del mismo modo, los reyes Dionís de Portugal y Jaime II de la Corona de Aragón favorecieron en lo posible a los templarios. El primero fundó la Orden de la Milicia de Cristo, a la que se añadieron casi inmediatamente todos los templarios portugueses. El segundo creó en el reino de Valencia la orden de Montesa, también refugio de viejos templarios, aunque nunca actuó como orden militar.

Abandonando los hechos históricos para meternos en el mundo de Aquelarre, los Templarios mantuvieron amplios contactos con la Cofradía Anatema, esa hermandad de magos “blancos” dedicada a luchar contra el demonio y sus acólitos (y a intentar sobrevivir de los ataques tanto de la Iglesia como de la Fraternitas Vera Lucis). Los templarios, inspirados en su ejemplo, se transformaron de monjes guerreros a magos guerreros, cambiando los rezos y las plegarias por los hechizos y las invocaciones...

Aunque los hubo que se mantuvieron puros, era sólo cuestión de tiempo que muchos de ellos se sintieran atraídos hacia la Goecia, y empezaran a adorar a Satanás...
  • Origen social: Alta o Baja Nobleza
  • Mínimos de características: 15 en Habilidad, 15 en Agilidad, 15 en Cultura
  • Limitación de armas y armaduras: Carecen de limitaciones
  • Competencias primarias: Alquimia, Cabalgar, Conocimiento Mágico, un Grupo de armas
  • Competencias secundarias: Astrología, Escuchar, Idioma adicional, Leer y escribir, Mando, Otear, Teología, un Grupo de armas
Guilleume de Monferrat, frater templi
  • Características: FUE 15, AGI 15, RES 20, PER 15, COM 5, CUL 15
  • Altura: 1´82
  • Peso: 85 Kg
  • Edad: 19 años
  • Apariencia: 17 (Normal)
  • RR: 25%
  • IRR: 75%
  • Armas: Espada 85% (1D8+1D4+1), Ballesta 55% (1D10+1D4)
  • Competencias: Alquimia 45%, Cabalgar 45%, Castellano 30%, Conocimiento mágico 50%, Escuchar 40%, Idioma árabe 25%, Otear 40%, Teología 25%, Trepar -10%
  • Hechizos: Arma invencible, Ignorar el dolor.
  • Rasgos de carácter: Excepcionalmente hábil, Extranjero (francés), Vértigo

3 comentarios:

Plunder dijo...

¿Y cómo quedaría la ficha de este Frater Templi si fuera para el nuevo sistema de Aquelarre? ¿Se puede adelantar algo?

Pedro J. Ramos dijo...

Ricard me ha pedido que te comentase lo siguiente. Cito sus palabras:

Se puede adelantar MUCHO.... Y te lo podríamos decir en privado... Pero luego tendríamos que matarte XDDDDD

Ahora en serio, cosas que ya se han dicho: Una Característica nueva (Templanza, lo valiente que eres y la sangre fría que posees), los "Rasgos de Carácter" Cambian de nombre (algunos desaparecen, otros son nuevos y los demás se matizan) y mil pequeñas cosas más.

Cuando salga el juego actualizaremos la ficha, pero de momento mejor dejarla como está, para que podais jugarla aquí y ahora.

Satánicos saludos.

Anónimo dijo...

ViaNews. Lo Mejor de la Semana (http://www.via-news.es/index.php?option=com_content&task=view&id=1312&Itemid=1): "En el nuevo blog de Nosolorol Ediciones podemos encontrar una aportación del gúrú de Aquelarre dedicado a los templarios."