:: TIENDA :: :: EDITORIAL :: :: BLOG :: 

lunes, 23 de mayo de 2011

Personajes pregenerados de Aquelarre (2)

- Por Juan Pablo Fernández y Pedro Nieto

Alquimista
  • Nombre: Mudarra (ibn-al-Mushrik)
  • Reino: Reino de Portugal
  • Grupo étnico: Mudéjar
  • Posición social: Burguesía
  • Profesión: Alquimista
  • Profesión paterna: Monje
  • Situación familiar: Bastardo (fornecido)
  • Edad: 42 años

FUE: 4 Altura: 1,65 varas
AGI: 4 Peso: 130 libras
HAB: 15 RR: 30%
RES: 9 IRR: 70%
PER: 17 Suerte: 58
COM: 20 Templanza: 47%
CUL: 20 Aspecto: 18 (Atractivo)

Competencias: Alquimia 80%, Astrología 65%, Conocimiento Mágico 80%, Leer y escribir 70%, Conocimiento Animal 35%, Conocimiento Mineral 50%, Conocimiento Vegetal 45%, Empatía 50%, Enseñar 40%, Idioma (Griego) 30%, Idioma (Latín) 50%, Sanar 36%, Idioma (Gallego) 80%, Idioma (Castellano) 90%, Idioma (Andalusí) 100%.

Hechizos: Expulsión de Enfermedades, Tinta Prodigiosa, Polvos Elementales.

Rituales de Fe: Carece.

Rasgos de Carácter:
  • Tacaño
  • Habilidad natural para el combate (+10% a todas las armas)
  • Muy mayor
  • Torpe
Eventos por Edad:
  • Encuentro Divino
  • Aventura Amorosa
  • Amistad
  • Conocimientos Lingüísticos
  • Accidente (cicatriz en el pecho)
  • Golpe de Fortuna
  • Gran Amistad
  • Nube de Infortunio
  • Riquezas
  • Golpe de Fortuna
  • Gran Amistad

Mudarra nació en el Algarve portugués, fruto de una relación prohibida entre un monje y una mujer musulmana. Así, quedó marcado tanto por cristianos como por musulmanes, quienes le llamaban “ibn-al-Mushrik” (hijo de cristiano). Despreciado por todos, su madre decidió vestirle con el hábito franciscano y mandarlo al monasterio donde residía su padre. Fue acogido como un converso, con los recelos que aquello despertaba, pero su padre le ayudó a integrarse y le enseñó todo lo que sabía. De hecho, fue en la biblioteca del monasterio donde empezó a interesarse por la alquimia, previa lectura de los numerosos tratados que allí se guardaban. Llegó un momento en que Mudarra se sintió demasiado atado y decidió salir del monasterio y dedicar todo su tiempo al estudio del Arte. Trabajó un tiempo vendiendo medicinas y emplastos de producción propia, ahorrando todo lo que podía para procurarse un buen laboratorio. De esta época de necesidad proviene su tacañería. En un golpe de fortuna conoció a un comerciante castellano que se convirtió en su mejor cliente. Tal amistad trabó con él, que le ofreció casarse con su hija, y así lo hizo. Gracias a su dote, adquirió todo lo necesario para continuar sus prácticas. No obstante, la vida no le fue todo lo bien que hubiese querido: las buenas rachas se intercalaban con las malas, y así se sucedían temporadas en las que vivía holgadamente y otras en las que pasaba bastante hambre. Para colmo de males, un día fue asaltado por un grupo de bandidos, que además de robarle sus posesiones le dejaron un recuerdo en el pecho en forma de cicatriz, aunque él despachó a uno de ellos con su cuchillo, descubriendo así que, aunque su vida sedentaria le había restado agilidad, tenía una habilidad natural para manejar armas; y es que su madre le contó que su abuelo había sido un reputado ghazi que a no pocos infieles había mandado al otro mundo en la frontera, y algo de su sangre debía correr por sus venas. Pero después de aquello, y estando totalmente arruinado, conoció por mediación de su suegro a un poderoso conde al que le gustaron sus trabajos, y que le pidió que se asentara en su castillo y trabajara para él. Aquél fue el periodo en el que Mudarra aprendió más sobre el Arte, pues tenía todo el tiempo del mundo para experimentar en su magnífico laboratorio. Pero como, pasados algunos años, no consiguiera lo que el conde le pedía (transformar los metales en oro), fue despedido de allí. Coincidió este periodo con una epidemia de peste que atacó a su mujer y la mató. Así, Mudarra se pudo apañar un tiempo con su herencia, hasta que conoció en los polvorientos caminos a otro señor importante que, tras descubrir que practicaba el Arte, quiso llevárselo a su residencia para ver si encontraba solución a una extraña enfermedad que tenía a su hijo postrado en la cama. No sabe si fue pura suerte o si dio en el clavo, pero los remedios que preparó surtieron efecto, y el hijo de su nuevo amo recobró la salud. Mudarra fue cubierto de oro y se marchó de allí con la amistad eterna de aquel buen señor. Ahora, en el tramo final de su vida, sólo desea seguir recorriendo la senda del Arte.

Ama
  • Nombre: Mariña Quiroga
  • Reino: Corona de Castilla
  • Grupo étnico: Gallego
  • Posición social: Baja nobleza (hidalgo)
  • Profesión: Ama
  • Profesión paterna: Infanzón
  • Situación familiar: Padres vivos. 2ª de dos hermanas.
  • Edad: 30 años

FUE: 10 Altura: 1,60 varas
AGI: 10 Peso: 135 libras
HAB: 10 RR: 75%
RES: 15 IRR: 25%
PER: 20 Suerte: 55
COM: 20 Templanza: 50%
CUL: 15 Aspecto: 12 (Normal)

Competencias: Corte 60%, Descubrir 100%, Enseñar 45%, Sigilo 50%, Artesanía (labor) 50%, Empatía 60%, Escuchar 45%, Cabalgar 35%, Leer y escribir 40%, Degustar 45%.

Hechizos: Carece.

Rituales de Fe: Carece.

Rasgos de Carácter:
  • Vista excelente
  • Sexto sentido
  • Le gusta la literatura y la poesía
  • Gourmet

Eventos por Edad:
  • Muerte en la familia
  • Descendencia
  • Golpe de Fortuna

Mariña no quería encerrarse en un convento, razón por la cual su padre, hidalgo gallego, le procuró la manutención de su señor, el conde don Bras, como ama de su hija Adega. El conde supo ver enseguida en Mariña a una mujer increíblemente despierta, a cuyos ojos no escapaba ni un solo detalle, culta y amante de la buena comida. No podría haber encontrado mejor ama para su hija, pues no sólo sabría cuidar de ella como nadie, sino que podría enseñarle a hacer labores y el gusto por las letras, haciendo de Adega una muchacha tan bien protegida como culta. Ya bien asentada en la familia del conde, Mariña recibió la noticia de la muerte de su madre, a quien tanto quiso y quien le había inculcado el amor por las letras. No obstante, al año siguiente se vio bendecida con el nacimiento de su hijo, fruto de su matrimonio con uno de los hombres de armas del conde Bras. Poco después sus ingresos se multiplicaron gracias a los saqueos en los que participó su marido. Mariña sólo esperaba ya de la vida que su hijo creciera sano y fuerte con la ayuda de Adega, que además de ser su protegida era su mejor amiga, pero ésta se vio envuelta en una triste historia de amor imposible con el hijo de uno de los enemigos del conde; don Bras pidió a Mariña que avivara sus sentidos, pues sospechaba que su hija se veía con aquel desgraciado, y efectivamente así era. Mariña pensó que hacía bien descubriendo al conde el romance secreto que mantenía Adega, pero se equivocó: su padre la encerró en un convento, de donde poco después llegó la noticia de que se había escapado. El conde mandó a Mariña y a su marido a una zona fronteriza, dando a entender que quería desentenderse ya de ella. El mayor deseo de Mariña es poder reparar el mal que ha hecho, y sueña con reencontrarse algún día con su querida Adega para pedirle perdón y ayudarla a volver con su amado.

1 comentario:

Kocotero dijo...

Un detallazo que vengan con historia y todo. Muy, muy útil.