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lunes, 30 de mayo de 2011

Personajes pregenerados de Aquelarre (3)

- Por Juan Pablo Fernández y Pedro Nieto

Artesano
  • Nombre: Joan Ferrer
  • Reino: Corona de Aragón
  • Grupo étnico: Catalán
  • Posición social: Villano
  • Profesión: Artesano
  • Profesión paterna: Artesano
  • Situación familiar: Bastardo (espurio). Último de 8 hermanos.
  • Edad: 25 años

FUE: 15 Altura: 1,65 varas
AGI: 10 Peso: 125 libras
HAB: 20 RR: 75%
RES: 15 IRR: 25%
PER: 15 Suerte: 45
COM: 15 Templanza: 71%
CUL: 15 Aspecto: 8 (Marcadamente Feo)

Competencias: Artesanía (herrería) 80%, Descubrir 75%, Comerciar 45%, Memoria 45%, Conocimiento de Área (Barcelona) 35%, Cuchillos 40%, Elocuencia 35%, Escuchar 30%, Leyendas 40%.

Hechizos: Carece.

Rituales de Fe: Carece.

Rasgos de Carácter:
  • Estudioso de las leyendas
  • Valiente
  • Pobre
  • Robusto

Joan es el hijo bastardo de un herrero y una criada judía que tiene por esclava. No fue reconocido por su padre, pero lo adoptó como su ahijado, tratándolo como un auténtico esclavo en la herrería donde trabajaba él y sus hijos. Sin embargo, Joan era un muchacho despierto y, aunque su padre nunca tuvo intención de enseñarle su oficio, aprendió por su cuenta, solamente observando lo que hacía él y sus hermanastros. Un día Joan decidió escapar de aquella vida de miseria y los hados le acompañaron en su decisión, pues al poco encontró un maestro herrero que, tras comprobar su habilidad con el martillo y el yunque, lo adoptó como aprendiz. Concluido el periodo de aprendizaje y convertido en oficial, sus escasas ganancias no le permiten independizarse de su maestro y, aunque está a gusto con él, le gustaría poder tener un día su propio taller. Cuando no está ocupado, gusta de acudir a la taberna y escuchar las historias que allí se cuentan sobre casos extraños y milagrosos, y no pierde ocasión de acompañar a los extranjeros y conversar con ellos para que le cuenten las leyendas que se narran en sus patrias. Joan se ha convertido en un hombre algo delgado pero fibroso, y su fuerza, unida a su habilidad, le convierte en todo un maestro en su oficio. Le gusta especialmente fabricar dagas y espadas, y se imagina a sí mismo empuñándolas contra el enemigo; pues es Joan hombre tan bien templado como los aceros que caen en sus manos, fuerte y valiente como esos aguerridos caballeros a los que quisiera emular.

Bandido
  • Nombre: Bernat
  • Reino: Corona de Aragón
  • Grupo étnico: Catalán
  • Posición social: Campesino
  • Profesión: Bandido
  • Profesión paterna: Ramera
  • Situación familiar: Bastardo (manzer), sin hermanos.
  • Edad: 23 años

FUE: 20 Altura: 1,85 varas
AGI: 15 Peso: 165 libras
HAB: 15 RR: 75%
RES: 20 IRR: 25%
PER: 15 Suerte: 30
COM: 10 Templanza: 43%
CUL: 5 Aspecto: 12 (Normal)

Competencias: Descubrir 45%, Sigilo 70%, Tormento 45%, Hachas 85%; Ballestas 35%, Correr 50%, Escuchar 35%, Rastrear 40%, Trepar 40%, Arcos 40%.

Hechizos: Carece.

Rituales de Fe: Carece.

Rasgos de Carácter:
  • Aficionado a la caza
  • Entrenado en el combate
  • Reliquia familiar

Bernat es hijo de una ramera asentada en la casa de una trotaconventos, a las afueras de un pueblo. Su madre debía de ser bastante fértil, porque a pesar de los remedios contra el embarazo que le suministraba la vieja, cinco veces quedó embarazada, la última de él. Con tantas bocas que alimentar, la vieja no daba abasto, y no era poca el hambre que pasaban los pobres niños, que se escuchaba en la casa un concierto perenne ofrecido por sus estómagos. Y como la necesidad era mucha, no tuvieron más remedio que rapiñar. Se echaron a los caminos y comenzaron a asaltar a los transeúntes los cinco hermanos, que aunque cada uno de padre distinto, no podían encontrarse hermanos que se llevaran mejor. Pero la fortuna no siempre iba a resultarles favorable, que en estos menesteres uno se juega mucho, y un día quiso el destino que se toparan con un habilidoso hombre de armas y su escudero, que no sólo sobrevivieron a su emboscada, sino que también dejó a Bernat sin hermanos y casi sin vida, si no llega a ser por sus ágiles piernas y su habilidad para esconderse. Volvió Bernat a casa con gran dolor, como si le hubieran cortado brazos y piernas, a darle cuenta a su madre de la desgracia. Tan afectada quedó, que perdió el hambre y estuvo largo tiempo sin ofrecer su cuerpo a cambio de dinero, puesto que con menos de medio bocado se conformaba. Pero llegó el día en que por fin reaccionó, y entregándole a Bernat un bello colgante de oro que le había entregado hacía años uno de sus enamorados, le hizo jurar sobre él que vengaría la muerte de sus hermanos. Así lo hizo Bernat, y desde entonces siempre lleva el colgante al cuello, queriendo semejar su peso sobre el de su juramento. Buscó poco después Bernat un amo que fuera capaz de enseñarle a mejor blandir las armas, y así encontró a un cazador que le ayudó a ser más sigiloso y a usar los arcos y las hachas. Poco después se unió a un grupo de bandidos con la esperanza de volver a cruzarse con el hijodalgo y el escudero que mataron a sus hermanos.

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