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lunes, 20 de junio de 2011

Personajes pregenerados de Aquelarre (5)

- Por Juan Pablo Fernández y Pedro Nieto

Bufón
  • Nombre: Abu al-Garur
  • Reino: Corona de Aragón
  • Grupo étnico: Mudéjar
  • Posición social: Esclavo
  • Profesión: Bufón
  • Profesión paterna: Siervo de corte
  • Situación familiar: Padres muertos. Último de 5 hermanos.
  • Edad: 23 años
FUE: 10 Altura: 1,60 varas
AGI: 20 Peso: 130 libras
HAB: 20 RR: 75%
RES: 15 IRR: 25%
PER: 10 Suerte: 35
COM: 15 Templanza: 50%
CUL: 10 Aspecto: 12 (Normal)

Competencias: Disfrazarse 65%, Elocuencia 50%, Escamotear 60%, Saltar 60%; Juego 45%, Ocultar 35%, Sigilo 60%, Trepar 40%, Tormento 45%, Astrología 35%, Esquivar -5%.

Hechizos: Carece.
Rituales de Fe: Carece.

Rasgos de Carácter:
  • Sádico
  • Sentido de la orientación
  • Dificultades para coordinar sus movimientos
  • Guarro (-25% a competencias de Comunicación)
Abu es el hijo de un criado de un noble aragonés, que nació con un defecto que le hacía caminar de manera muy cómica. Cayóle en gracia al señor al que servía su padre, y lo adoptó como su bufón personal. Animado por las carcajadas de su señor, Abu aprendió a interpretar a personajes conocidos y a ridiculizarlos, a hacer equilibrios, saltos, cabriolas y todo lo que se supone que un bufón debe hacer para entretener a su amo. Llegó a tenerle tanto apego que solía acompañarle incluso a la guerra. Durante una de sus salidas, el hogar de su señor fue atacado y todos los criados pasados a cuchillo, incluidos los padres de Abu. Algo cambió entonces en él. Perdió su chispa cómica y comenzó a cogerle gusto a la sangre y al sufrimiento ajenos. Pasó de ser bufón a ser verdugo, pues pedía estar presente en las torturas y participar en ellas, y su humor era cada vez más macabro. Hasta que su amo se hartó de él y lo liberó. Ahora Abu se gana la vida en las plazas de los pueblos, y le está resultando difícil adaptarse a la nueva vida después de haber disfrutado de la vida palaciega. Espera poder formar algún día una compañía de cómicos para así poder vivir más holgadamente.

Caballero de Orden Militar
  • Nombre: Arturo de la Vega
  • Reino: Corona de Castilla
  • Grupo étnico: Castellano
  • Posición social: Baja nobleza (hidalgo)
  • Profesión: Caballero de la Orden de Calatrava
  • Profesión paterna: Cortesano
  • Situación familiar: Padres vivos. Último de 3 hermanos.
  • Edad: 26 años

FUE: 15 Altura: 1,85 varas
AGI: 20 Peso: 160 libras
HAB: 15 RR: 75%
RES: 20 IRR: 25%
PER: 13 Suerte: 40
COM: 10 Templanza: 60%
CUL: 15 Aspecto: 15 (Normal)

Competencias: Cabalgar 60%, Teología 50%, Espadones 70%, Mazas 45%; Descubrir 30%, Escuchar 35%, Mando 30%, Corte 35%, Correr -5%, Lanzar -10%, Ballestas -10%, Arcos -10%, Hondas -10%, Leyendas 40%.

Hechizos: Carece.
Rituales de Fe: Todos los de primus ordo.

Rasgos de Carácter:
  • Cojo
  • Don de lenguas
  • Tuerto
  • Estudioso de las leyendas

Arturo pertenece a una casta de hombres valientes que siempre han servido a Dios y a su rey. Desde pequeño ha sido adiestrado en las artes del combate y se le ha inculcado el temor de Dios. Por su Señor divino y su señor terrenal ha luchado en mil batallas contra los infieles a lomos de su corcel, dejándose un ojo y quedando cojo en el cumplimiento de lo que considera su deber sagrado. Pero esto no ha servido para que su padre le tenga en mejor estima. El conde don Alvar de la Vega siempre le ha relegado a un segundo plano, pues ha puesto en su primogénito toda la estima y esperanzas que tiene. Arturo lleva toda la vida intentando demostrar a su padre que es digno de su sangre, lanzándose el primero en las batallas. Reconoce haber derramado mucha sangre por aquello en lo que cree, pero jamás reconocerá que en realidad lo ha hecho para demostrar su valía, o mejor dicho, para intentar que su padre reconozca su valía. Pero ahora ya está cansado. Ha decidido retirarse por un tiempo para acercase a Dios y rezar por las almas de aquéllos que han caído bajo los golpes de su espada; ha tenido tiempo para reflexionar y ha llegado a la conclusión de que el único rey al que debe servir es al de los Cielos. Y aunque siempre quedará en su corazón la herida del desprecio de su padre, ha comprendido que es su orgullo, y no su progenitor, el que más daño le ha hecho durante todo este tiempo. Pero tampoco quiere engañarse a sí mismo: él no es hombre piadoso, pues sólo se siente a gusto en el campo de batalla. Únicamente Dios sabrá mostrarle el camino que debe seguir en su vida, el cual intuye lleno de peligros y dificultades que superar.

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