"No te aflijas en lo absoluto, mi amo, no tienes más que darme un saco y hacerme un par de botas para ir por los zarzales, y ya verás que tu herencia no es tan poca cosa como tú crees".
El gato con botas, Charles Perrault 1697
Este don, sólo válido para mortales, aporta al personaje la ayuda de un imaginario que le sirve de acompañante, sirviente, mentor o aliado. El origen de esta relación puede ser amistad, una deuda de vida que paga de esa forma, o como en el famoso cuento por una herencia, etcétera. En cualquier caso, como con muchos dones, puede ser perdido si se abusa del mismo más de la cuenta.
Este imaginario será una criatura de Primera Magnitud, la menor en la escala de poder de estos seres. Genera al personaje como un personaje imaginario normal con la salvedad de que al contrario que casi todos los imaginarios, los "Gatos con botas" no tienen poderes gratuitos; todo poder que deseen tener debe ser compensado obligatoriamente con debilidades sobrenaturales. Además tampoco pueden comprar una magnitud mayor de la primera, ni aún compensándola con debilidades.
Los "Gatos con botas" usualmente serán personajes no jugadores, aunque si están de acuerdo el Narrador y los jugadores uno de estos podría ser un personaje jugador.
Como con los personajes imaginarios normales, conviene que estos seres pasen desapercibidos en el mundo real, sobre todo porque son de los que más tiempo pasan rodeados de mortales. Por ello son casi una necesidad poderes de ilusión o similares o apariencias que no hagan sospechar a mortales suspicaces. En este sentido algunos "Gatos con botas" típicos son y han sido esopianos sin forma antropomórfica o pequeños animados como ositos de peluche.
Este don puede fácilmente descontrolarse en manos de jugadores astutos, que querrán el equivalente a baterías de poderes mágicos con debilidades que a ellos no les afecten, o bien enciclopedias andantes que suplan lo que ellos no sepan. En principio esa es la idea, ¡en otro caso valiente ayuda! No obstante, procura que estas criaturas estén equilibradas y tengan una personalidad propia, ya que son personajes de pleno derecho, que no siempre van a querer hacer lo que les pidas...
Finalmente, este don es válido tanto para personajes normales como para Caperuzas Rojas. Para alguien normal, de hecho, ¡supone su entrada directa por la puerta grande al mundo imaginario!
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