Eran unos perdedores. Unos mierdas. Pero tuvieron la suerte, aunque ahora pienso que no fue buena sino mala, de encontrarse de pronto al frente de la organización para la que trabajaban. ¿Cuál? Un nuevo cartel colombiano que quería colocar su producto en L.A. El producto era bueno. Jodidamente bueno. Y debieron cabrear a alguien. Mucho. ¿Que qué es lo que pasó? Bueno, sus jefes tenían una reunión importante con la gente que podría cortar el producto y distribuirlo. Y el edificio voló por los aires con ellos dentro.
Lo que te digo, toda la organización borrada de un plumazo. Bueno, casi. Quedaban ellos. De manera que de pronto estos tipos se encontraron al frente de todo. ¿Que quienes eran? Unos don nadie: el contable, el chófer, un matón de pacotilla y el abogado. ¿Que por qué no se largaron de la ciudad cagando leches? Cada uno tenía sus motivos, claro, aunque se rumoreaba que los jefes de los tipos tenían un montón de pasta escondida en algún sitio. Además, los jefazos del cártel no se alegraron demasiado al saber lo que había pasado. Les dieron un plazo de dos días para averiguar quién había sido el responsable. ¿Y que pasaba al cabo de dos días? Que desde Colombia llegaban un grupo de sicarios para devolver el golpe. Asesinos de la peor calaña, sacados de la jungla, entrenados por las FARC y acostumbrados a causar la devastación por donde quiera que pasasen. Y había muchas posibilidades de que al terminar su misión también hubieran recibido la orden de acabar con nuestros amigos, que lo tenían cada vez más jodido para salir de una pieza de todo esto.
¿Y quién había sido el responsable del descabezamiento del grupo? Había rumores. Te parecerá una gilipollez, pero se decía que habían sido un par de policías, patrulleros, una especie de grupo corrupto, es decir más corrupto de lo normal, dentro del LAPD. Sí, yo también me echaría a reir si no fuera porque esos mismos días comenzó la matanza en las calles cuando Shaun Carver fue asesinado. Su grupo movía todo el material de la zona sur de la ciudad, y se estaba volviendo demasiado fuerte. En el momento en el que se supo que había muerto, comenzó una guerra entre sus lugartenientes por quedarse el mayor trozo del pastel. Y no te lo creerás, pero una de las cosas que se decían sobre su muerte es que se lo cargaron dos patrulleros. Y también que un crío de las calles lo vio todo y escapó. ¿Casualidad?
Así que ahí estaban. La ciudad en mitad de una guerra de bandas, unos guerrilleros psicópatas de camino y unos maderos que se dedicaban al algo más que "proteger y servir". Y ellos en medio.
¿Que qué pasó? Bueno, todo el mundo sabe lo que pasó. Fue la semana más violenta y con más muertes en L.A. desde los disturbios de Rodney King. El sur de la ciudad se convirtió en una zona de guerra.
No, no insistas, no voy a contarte nada más. Sólo te diré una cosa: Que cuando los protagonistas la palman, es a los secundarios a los que les toca salvar el día.
2 comentarios:
Una premisa espectacular y jugosa. Me ha dado unas ganas tremendas de ponerme a dirigirla en breve (y muy bien presentada, dicho sea de paso).
¡Gran trabajo, Drágalin!
La puesta en escena de la información resulta de lo más intrigante. Una partida muy interesante para jugarla... o dirigirla.
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