Gneo Quinctilio, legionario experimentado
“He matado y sangrado por Roma, hasta que me toque el turno de morir o de licenciarme: ya sabrá el invisible Hades que me espera. No soy un loco, espero poder retirarme con mi licencia en algún lugar agradable en Italia y disfrutar de mi botín.”
Naciste en Roma, de padres romanos. Eres ciudadano por derecho. Tu familia siempre ha dispuesto de cierto acomodo al poseer una tienda de comestibles en el Aventino. La idea era que tú ocupases el puesto de tu padre cuando llegase el momento. Pero tu temperamento siempre fue otro: agresivo y pendenciero, eras el matón por excelencia en tu calle. Nunca dejabas en paz a los otros jóvenes. Recuerdas alguna paliza por parte de sus padres –y del tuyo por meterte en problemas-. No te importaba. Siempre supiste defenderte y encajar los golpes. Hasta que creciste y mataste a aquel hombre. No te quedó más remedio que desaparecer durante un tiempo… y como eres un poco duro de mollera y temerario, te alistaste en la III Itálica. Diversión y violencia, oportunidad de botín y riquezas, siempre en lucha contra los marcomanos, es lo que te prometieron… pero lo que encontraste fue muerte, frío, hambre y una violencia mayor de la que esperabas. Al menos el botín ha sido sustancioso, tanto en denarios como en experiencias.
Pese a ello no te costó gran cosa adaptarte a la vida del legionario. Has conocido a multitud de mujeres y visitado numerosos lugares. Has perdido la cuenta de los enemigos abatidos y de tus cicatrices. Sabes que la vida golpea tus venas con furia, pero que llegará el día en que la muerte se te lleve con rapidez. No te importa demasiado. La desafías. La miras de tú a tú.
En algunas ocasiones recuerdas con nostalgia tu vida pasada en Roma. Para “curarte” de la enfermedad de la melancolía le envías algo de dinero a tu familia, recibiendo alguna que otra carta con noticias sobre ella. Además, parte de tus ganancias las entregas a la congregación mitraica a la que perteneces. En ella tienes el apoyo de tus iguales, obteniendo el favor de Mitra y cierto alivio de conciencia.
Características: Fue 7, Des 7, Con 7, Per 6, Int 5, Car 4, Cul 4
Carácter: bélico 5
Habilidades: todas las armas a 5, salvo armas de filo y lucha 7, atletismo 5, autoridad 5, campestre 5, disciplina 5, entrenar 5, equitación 5, vigilar 5, geografía de Iliria 5, idioma latín 5, gramática latina 3, caza y pesca 5.
Cualidades: agresivo 3, aguantar dolor 3, aguantar fatiga 3, aplicado 3, atleta natural 3, campaña 5, combatiente 7, herida extra 3, salud de hierro 4, círculo de contactos 3, lesión 2 –cojera-, pericia 5 –maniobra en armas de filo-, supersticioso 3.
Dignitas: vir 6, gra 4, fid 1
Amuletos: varios falos de germanos abatidos por ti que protegen contra el mal de ojo (defensa teúrgica +3); un medallón con diversos símbolos de Mitra con los cinco dominatus de Bellum.
Idea de aventura: solos en los Alpes
“Quinctilio miró a la lejanía: el blanco cegador de la nieve se confundía con las nubes. El paisaje monocromático solo era roto por los legionarios que podía observar acercándose a la atalaya. Traían leña y algo de caza, hartos como estaban de comer de las provisiones y faltos de distracciones. Algo de carne fresca les vendría bien. El silencio perturbado por las groseras palabras de los legionarios pronto se transformaron en extrañeza: una figura se acercaba a lo lejos, por el camino del norte. Qué sorpresas tendría preparada la diosa Fortuna, siempre presta a una broma pesada…”
Personajes recomendados: legionarios de la III Itálica o soldados destinados a esta legión, aunque la idea puede desarrollarse en cualquier lugar aislado y nevado del término de Iliria o Britania.
La III Itálica está acuartelada en Castra Regina, en la provincia de Raetia. Una de las misiones habituales de sus hombres es patrullar los diversos caminos alpinos y los pasos de montaña, siempre aprovechados por los ladrones para asaltar a los viajeros. En este caso en contubernio a las órdenes de Quinctilio debe apostarse en una pequeña atalaya de madera y vigilar durante un par de semanas. Es un trabajo tedioso y rutinario, en la que los errores son debidos al aburrimiento y la relajación de la disciplina militar.
“He matado y sangrado por Roma, hasta que me toque el turno de morir o de licenciarme: ya sabrá el invisible Hades que me espera. No soy un loco, espero poder retirarme con mi licencia en algún lugar agradable en Italia y disfrutar de mi botín.”
Naciste en Roma, de padres romanos. Eres ciudadano por derecho. Tu familia siempre ha dispuesto de cierto acomodo al poseer una tienda de comestibles en el Aventino. La idea era que tú ocupases el puesto de tu padre cuando llegase el momento. Pero tu temperamento siempre fue otro: agresivo y pendenciero, eras el matón por excelencia en tu calle. Nunca dejabas en paz a los otros jóvenes. Recuerdas alguna paliza por parte de sus padres –y del tuyo por meterte en problemas-. No te importaba. Siempre supiste defenderte y encajar los golpes. Hasta que creciste y mataste a aquel hombre. No te quedó más remedio que desaparecer durante un tiempo… y como eres un poco duro de mollera y temerario, te alistaste en la III Itálica. Diversión y violencia, oportunidad de botín y riquezas, siempre en lucha contra los marcomanos, es lo que te prometieron… pero lo que encontraste fue muerte, frío, hambre y una violencia mayor de la que esperabas. Al menos el botín ha sido sustancioso, tanto en denarios como en experiencias.
Pese a ello no te costó gran cosa adaptarte a la vida del legionario. Has conocido a multitud de mujeres y visitado numerosos lugares. Has perdido la cuenta de los enemigos abatidos y de tus cicatrices. Sabes que la vida golpea tus venas con furia, pero que llegará el día en que la muerte se te lleve con rapidez. No te importa demasiado. La desafías. La miras de tú a tú.
En algunas ocasiones recuerdas con nostalgia tu vida pasada en Roma. Para “curarte” de la enfermedad de la melancolía le envías algo de dinero a tu familia, recibiendo alguna que otra carta con noticias sobre ella. Además, parte de tus ganancias las entregas a la congregación mitraica a la que perteneces. En ella tienes el apoyo de tus iguales, obteniendo el favor de Mitra y cierto alivio de conciencia.
Características: Fue 7, Des 7, Con 7, Per 6, Int 5, Car 4, Cul 4
Carácter: bélico 5
Habilidades: todas las armas a 5, salvo armas de filo y lucha 7, atletismo 5, autoridad 5, campestre 5, disciplina 5, entrenar 5, equitación 5, vigilar 5, geografía de Iliria 5, idioma latín 5, gramática latina 3, caza y pesca 5.
Cualidades: agresivo 3, aguantar dolor 3, aguantar fatiga 3, aplicado 3, atleta natural 3, campaña 5, combatiente 7, herida extra 3, salud de hierro 4, círculo de contactos 3, lesión 2 –cojera-, pericia 5 –maniobra en armas de filo-, supersticioso 3.
Dignitas: vir 6, gra 4, fid 1
Amuletos: varios falos de germanos abatidos por ti que protegen contra el mal de ojo (defensa teúrgica +3); un medallón con diversos símbolos de Mitra con los cinco dominatus de Bellum.
Idea de aventura: solos en los Alpes
“Quinctilio miró a la lejanía: el blanco cegador de la nieve se confundía con las nubes. El paisaje monocromático solo era roto por los legionarios que podía observar acercándose a la atalaya. Traían leña y algo de caza, hartos como estaban de comer de las provisiones y faltos de distracciones. Algo de carne fresca les vendría bien. El silencio perturbado por las groseras palabras de los legionarios pronto se transformaron en extrañeza: una figura se acercaba a lo lejos, por el camino del norte. Qué sorpresas tendría preparada la diosa Fortuna, siempre presta a una broma pesada…”
Personajes recomendados: legionarios de la III Itálica o soldados destinados a esta legión, aunque la idea puede desarrollarse en cualquier lugar aislado y nevado del término de Iliria o Britania.
La III Itálica está acuartelada en Castra Regina, en la provincia de Raetia. Una de las misiones habituales de sus hombres es patrullar los diversos caminos alpinos y los pasos de montaña, siempre aprovechados por los ladrones para asaltar a los viajeros. En este caso en contubernio a las órdenes de Quinctilio debe apostarse en una pequeña atalaya de madera y vigilar durante un par de semanas. Es un trabajo tedioso y rutinario, en la que los errores son debidos al aburrimiento y la relajación de la disciplina militar.
El invierno hace presencia y la nieve y el hielo hacen casi imposible los viajes… pero algo llega desde la bruma. Un hombre fornido y extraño que dice ser un thespiodos llamado Teléfanes, un intérprete de sueños ambulante de los que abundan en la parte oriental del Imperio. Los soldados lo acogen pues este hombre conoce gran cantidad de historias –muchas sobre fantasmas y seres sobrenaturales, algunas muy “picantes”-, perfectas para amenizar las largas noches invernales.
A los pocos días y tras congeniar con los hombres, desaparece sin dejar rastro, pero sus pertenencias siguen en la atalaya. Al salir en su busca el rastro de sangre sobre la blanca nieve es evidente, recordando las últimas palabras que pronunció el thespiodos antes de dormir: “escarlata sobre blanco”.
Al seguir buscando lo encuentran sobre la nieve, decapitado y destripado con una violencia inenarrable. Multitud de huellas a su alrededor indican que han sido varios los asaltantes. Las huellas humanas están acompañadas de otras semejantes a la de los lobos… entremezcladas en rara combinación. Extraños asaltantes en la desolación nevada… todo es posible en Arcana Mvndi. Quinctilio tiene que tomar una decisión: esperar al verano en el interior de la atalaya, huir a Castra Regina aún que pueden, o valientemente enfrentarse a los misterios asaltantes como le pide el cuerpo.
Ornatus: a lo largo de diferentes días los legionarios encuentran a varios animales destrozados, incluso a un par de salteadores; de noche puede oírse un rugido, que bien puede ser el de un oso; la bruma hace ver figuras extrañas en la fantasmagórica montaña; Quinctilio sueña con el thespiodos muerto advirtiéndole de cierto peligro; asalto masivo durante una intensa nevada.
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