"La noticia había corrido como la pólvora. ¡El Enmascarado había sido capturado por el Imperio!
Poco sabíamos de ese personaje, apenas que era el primer superhombre que se había atrevido a enfrentarse al Imperio, saboteando instalaciones, desbaratando sus planes y rescatando civiles de las garras del régimen. En ese sentido muchos lo considerábamos un moderno Robin Hood, un símbolo de esperanza en esta época gris. Por eso, cuando se difundió el rumor de su captura, fue un severo mazazo para muchos.
Espontáneamente, una masa ingente nos habíamos reunido en la estación Victoria para apelar a la piedad del régimen. Allí, según se había filtrado, un tren blindado conduciría al cautivo al penal de San Diablo para ser ajusticiado por traidor a la corona y terrorista. Por supuesto, el bloqueo militar era severo; recuerdo varios batallones de soldados Moreau, gruñendo e intentando hacernos retroceder a empujones y culatazos, pero también había de refuerzo varios tanques de vapor e incluso esas máquinas automáticas que el Imperio llama robots de vapor.
No obstante, no nos amedrentamos tan fácilmente. Con pancartas improvisadas y a gritos pedíamos clemencia para el Enmascarado. Tanto apretábamos que los mandos militares mandaron a las tropas Moreau replegarse detrás del cordón de seguridad. Al principio pensamos que habíamos conseguido algo con nuestra insistencia, y era verdad: haciendo dos filas, la de delante rodilla en tierra, los soldados nos apuntaron con sus armas preparados para disparar. Mientras el oficial al mando gritaba las órdenes (aún lo recuerdo en mis pesadillas... "¡Preparados! ¡Apunten!") nos entró el pánico e intentamos huir a trompicones, pero éramos sencillamente demasiados y era imposible abandonar la estación con rapidez.
"¡¡¡Fuego!!!"
Pero no sucedió nada… excepto una exhalación que pareció correr como un relámpago por delante de las tropas dejando una estela negra a su paso. Aunque aterrorizado y zarandeado por la multitud, acerté a contemplar a los soldados Moreau, desarmados, mirando sus manos vacías con total asombro. Al otro extremo del andén, un hombre que había aparecido de la nada, vestido de forma extraña, apilaba sus rifles en un montón con una especie de sonrisa pícara en su cara parcialmente oculta por unas gafas de cuero y cristal.
También asombrados, pero más acostumbrados a esas misiones, el capitán dio orden rápidamente a los tanques de vapor de entrar en acción, mientras los desarmados Moreau se retiraban del campo de batalla. El extraño hombre no pareció preocuparse, porque no se puso a cubierto…
Maniobrando sobre la grava y las vías del tren, uno de los tanques le apuntó con su ametralladora Gattling, que con ruido sordo y metálico empezó a escupir muerte hacia él. ¡Pero el hombre no cayó! Moviéndose a una velocidad cegadora, parecía capaz de coger las balas en pleno vuelo y dejarlas caer inofensivamente a sus pies, todo ello sin dejar de sonreír.
Pero no iba a ser todo tan sencillo, otro tanque se unió a la refriega y con su cañón de 10 libras disparó hacia el "corredor". No llegó realmente a alcanzarle, pero la onda expansiva le derribó dejándolo aturdido. El primer tanque, viendo la mayor efectividad de esa arma, disparó a su vez pero falló, alcanzando a una viga maestra y con ello a la estructura superior del andén haciendo que el techo empezase a crujir y a amenazar con derrumbarse sobre nuestras cabezas.
El griterío era ensordecedor mientras las salidas se colapsaban con tantos como éramos intentando huir. El metal del techo gemía y de repente, con un terrible crujido, se desprendió del todo para aplastar a decenas de personas que aún no habían podido escapar.
¡Pero no llegó a caer! De repente, la enorme masa de metal y piedra se detuvo a escasos pies de altura sobre las cabezas de todos nosotros. ¿Cómo? En mitad de nosotros había otra extraña figura, vestido con un gabán y con un pañuelo cubriendo su cabeza y ojos como una improvisada máscara. Ese sujeto, con las manos alzadas, parecía sujetar el techo sin tocarlo siquiera, mientras miraba a su alrededor y nos azuzaba para que abandonásemos la zona.
Pero no iba a poder ser, el tanque que había disparado giró su torreta apuntando directamente a este nuevo "freak", sin preocuparse de posibles víctimas colaterales. Sin inmutarse, el extraño encapuchado hizo un gesto con la mano y lanzó los escombros como un proyectil contra el tanque. El terrible impacto hizo levantarse al tanque unos pies mientras la torreta era desprendida entre nubes de vapor y tremendos crujidos de metal.
Acto seguido el sujeto avanzó rápidamente hacia los militares, ¿puede que para alejarse de nosotros? No lo sé, en ese momento otro tanque disparó directamente sobre él y la explosión le dio de lleno. Con los oídos retumbándome con el ruido, acerté a ver a ese hombre en el centro del cráter de la explosión, con los brazos cruzados sobre su rostro, pero ileso, aunque aparentemente aturdido. ¿Cómo era esa proeza posible? Daba igual, el tanque aceleró su marcha y con un rugido de vapor cargó contra él para aplastarle.
¡¡BAM!! De repente una pequeña figura, una mujer, o más bien una muchacha, con una redecilla ocultando sus facciones, había cargado contra el enorme tanque y lo había golpeado con sus manos desnudas, abollando el metal blindado una cuarta y deteniéndolo en el acto. El tanque, aunque inmóvil, giró su arma principal rápidamente y disparó a la muchacha, pero antes de que llegase a alcanzarlo, juro que la muchacha dio un salto y quedó suspendida en el aire fuera de su alcance, mientras un aura verdosa-amarillenta la rodeaba. El proyectil siguió su camino volando por los aires un cobertizo de la estación, mientras la muchacha estiraba su pequeño brazo hacia el tanque y algo parecido a un relámpago de pura luz cegadora brotaba de su mano y reventaba su torreta.
"¡Cuidado!" intenté gritar, pero no podía oírme con todo ese ruido. Uno de los robots de vapor ya se había acercado lo suficiente como para llegar a su altura y de un manotazo de metal estampó a la joven en el suelo de grava. Ese golpe hubiese matado a cualquiera, y aún así, la joven no parecía más que aturdida. La máquina no obstante, con precisión mecánica, no se dio por vencida y empezó a pisotearla con fuerza prácticamente haciendo un agujero con su cuerpo, cuando de repente un relámpago cayó sobre su estructura.
El robot retrocedió unos pasos mientras la electricidad golpeaba su cuerpo, creando arcos de luz por todo su superficie. Al cesar, las esferas que le servían de ojos se apagaron y con un siseo de vapor la enorme mole cayó hacia atrás con gran estrépito.
Pensé que había sido una enorme suerte que un rayo golpease a esa máquina hasta que recordé que no había una nube en todo el cielo. Mirando a lo alto vi a otra figura suspendida como por encanto en el aire, un hombre delgado con una máscara como de ingeniero tapándole los finos rasgos, y con una especie de arnés de cables y metal cubriendo su cuerpo. Un aura de rayos y electricidad cubría su cuerpo, y quedó pronto claro que el relámpago había brotado de él.
Miré a mi alrededor, y vi que era el único civil que quedaba en la estación. Aunque esos cuatro extraños habían aparentemente derrotado a esa primera oleada del Imperio, aún quedaban más tanques y robots de vapor que se acercaban a toda velocidad preparados para el combate. Antes de salir corriendo a mi vez no pude evitar mirar atrás, y lo que vi fue a esos cuatro héroes de nuevo en pie, preparados para luchar, mirándose entre sí puede que tan sorprendidos de verse unos a otros como yo de verles a ellos. Lo último que recuerdo es el ruido de las explosiones, de los relámpagos, y de golpes enormes como si un gigante hubiese decidido usar la estación como patio de juegos".
Poco sabíamos de ese personaje, apenas que era el primer superhombre que se había atrevido a enfrentarse al Imperio, saboteando instalaciones, desbaratando sus planes y rescatando civiles de las garras del régimen. En ese sentido muchos lo considerábamos un moderno Robin Hood, un símbolo de esperanza en esta época gris. Por eso, cuando se difundió el rumor de su captura, fue un severo mazazo para muchos.
Espontáneamente, una masa ingente nos habíamos reunido en la estación Victoria para apelar a la piedad del régimen. Allí, según se había filtrado, un tren blindado conduciría al cautivo al penal de San Diablo para ser ajusticiado por traidor a la corona y terrorista. Por supuesto, el bloqueo militar era severo; recuerdo varios batallones de soldados Moreau, gruñendo e intentando hacernos retroceder a empujones y culatazos, pero también había de refuerzo varios tanques de vapor e incluso esas máquinas automáticas que el Imperio llama robots de vapor.
No obstante, no nos amedrentamos tan fácilmente. Con pancartas improvisadas y a gritos pedíamos clemencia para el Enmascarado. Tanto apretábamos que los mandos militares mandaron a las tropas Moreau replegarse detrás del cordón de seguridad. Al principio pensamos que habíamos conseguido algo con nuestra insistencia, y era verdad: haciendo dos filas, la de delante rodilla en tierra, los soldados nos apuntaron con sus armas preparados para disparar. Mientras el oficial al mando gritaba las órdenes (aún lo recuerdo en mis pesadillas... "¡Preparados! ¡Apunten!") nos entró el pánico e intentamos huir a trompicones, pero éramos sencillamente demasiados y era imposible abandonar la estación con rapidez.
"¡¡¡Fuego!!!"
Pero no sucedió nada… excepto una exhalación que pareció correr como un relámpago por delante de las tropas dejando una estela negra a su paso. Aunque aterrorizado y zarandeado por la multitud, acerté a contemplar a los soldados Moreau, desarmados, mirando sus manos vacías con total asombro. Al otro extremo del andén, un hombre que había aparecido de la nada, vestido de forma extraña, apilaba sus rifles en un montón con una especie de sonrisa pícara en su cara parcialmente oculta por unas gafas de cuero y cristal.
También asombrados, pero más acostumbrados a esas misiones, el capitán dio orden rápidamente a los tanques de vapor de entrar en acción, mientras los desarmados Moreau se retiraban del campo de batalla. El extraño hombre no pareció preocuparse, porque no se puso a cubierto…
Maniobrando sobre la grava y las vías del tren, uno de los tanques le apuntó con su ametralladora Gattling, que con ruido sordo y metálico empezó a escupir muerte hacia él. ¡Pero el hombre no cayó! Moviéndose a una velocidad cegadora, parecía capaz de coger las balas en pleno vuelo y dejarlas caer inofensivamente a sus pies, todo ello sin dejar de sonreír.
Pero no iba a ser todo tan sencillo, otro tanque se unió a la refriega y con su cañón de 10 libras disparó hacia el "corredor". No llegó realmente a alcanzarle, pero la onda expansiva le derribó dejándolo aturdido. El primer tanque, viendo la mayor efectividad de esa arma, disparó a su vez pero falló, alcanzando a una viga maestra y con ello a la estructura superior del andén haciendo que el techo empezase a crujir y a amenazar con derrumbarse sobre nuestras cabezas.
El griterío era ensordecedor mientras las salidas se colapsaban con tantos como éramos intentando huir. El metal del techo gemía y de repente, con un terrible crujido, se desprendió del todo para aplastar a decenas de personas que aún no habían podido escapar.
¡Pero no llegó a caer! De repente, la enorme masa de metal y piedra se detuvo a escasos pies de altura sobre las cabezas de todos nosotros. ¿Cómo? En mitad de nosotros había otra extraña figura, vestido con un gabán y con un pañuelo cubriendo su cabeza y ojos como una improvisada máscara. Ese sujeto, con las manos alzadas, parecía sujetar el techo sin tocarlo siquiera, mientras miraba a su alrededor y nos azuzaba para que abandonásemos la zona.
Pero no iba a poder ser, el tanque que había disparado giró su torreta apuntando directamente a este nuevo "freak", sin preocuparse de posibles víctimas colaterales. Sin inmutarse, el extraño encapuchado hizo un gesto con la mano y lanzó los escombros como un proyectil contra el tanque. El terrible impacto hizo levantarse al tanque unos pies mientras la torreta era desprendida entre nubes de vapor y tremendos crujidos de metal.
Acto seguido el sujeto avanzó rápidamente hacia los militares, ¿puede que para alejarse de nosotros? No lo sé, en ese momento otro tanque disparó directamente sobre él y la explosión le dio de lleno. Con los oídos retumbándome con el ruido, acerté a ver a ese hombre en el centro del cráter de la explosión, con los brazos cruzados sobre su rostro, pero ileso, aunque aparentemente aturdido. ¿Cómo era esa proeza posible? Daba igual, el tanque aceleró su marcha y con un rugido de vapor cargó contra él para aplastarle.
¡¡BAM!! De repente una pequeña figura, una mujer, o más bien una muchacha, con una redecilla ocultando sus facciones, había cargado contra el enorme tanque y lo había golpeado con sus manos desnudas, abollando el metal blindado una cuarta y deteniéndolo en el acto. El tanque, aunque inmóvil, giró su arma principal rápidamente y disparó a la muchacha, pero antes de que llegase a alcanzarlo, juro que la muchacha dio un salto y quedó suspendida en el aire fuera de su alcance, mientras un aura verdosa-amarillenta la rodeaba. El proyectil siguió su camino volando por los aires un cobertizo de la estación, mientras la muchacha estiraba su pequeño brazo hacia el tanque y algo parecido a un relámpago de pura luz cegadora brotaba de su mano y reventaba su torreta.
"¡Cuidado!" intenté gritar, pero no podía oírme con todo ese ruido. Uno de los robots de vapor ya se había acercado lo suficiente como para llegar a su altura y de un manotazo de metal estampó a la joven en el suelo de grava. Ese golpe hubiese matado a cualquiera, y aún así, la joven no parecía más que aturdida. La máquina no obstante, con precisión mecánica, no se dio por vencida y empezó a pisotearla con fuerza prácticamente haciendo un agujero con su cuerpo, cuando de repente un relámpago cayó sobre su estructura.
El robot retrocedió unos pasos mientras la electricidad golpeaba su cuerpo, creando arcos de luz por todo su superficie. Al cesar, las esferas que le servían de ojos se apagaron y con un siseo de vapor la enorme mole cayó hacia atrás con gran estrépito.
Pensé que había sido una enorme suerte que un rayo golpease a esa máquina hasta que recordé que no había una nube en todo el cielo. Mirando a lo alto vi a otra figura suspendida como por encanto en el aire, un hombre delgado con una máscara como de ingeniero tapándole los finos rasgos, y con una especie de arnés de cables y metal cubriendo su cuerpo. Un aura de rayos y electricidad cubría su cuerpo, y quedó pronto claro que el relámpago había brotado de él.
Miré a mi alrededor, y vi que era el único civil que quedaba en la estación. Aunque esos cuatro extraños habían aparentemente derrotado a esa primera oleada del Imperio, aún quedaban más tanques y robots de vapor que se acercaban a toda velocidad preparados para el combate. Antes de salir corriendo a mi vez no pude evitar mirar atrás, y lo que vi fue a esos cuatro héroes de nuevo en pie, preparados para luchar, mirándose entre sí puede que tan sorprendidos de verse unos a otros como yo de verles a ellos. Lo último que recuerdo es el ruido de las explosiones, de los relámpagos, y de golpes enormes como si un gigante hubiese decidido usar la estación como patio de juegos".
Entrevista a un testigo anónimo de los sucesos de la estación Victoria en 1871,
extraído del diario personal de John Reynolds, redactor jefe del Times, 1898
extraído del diario personal de John Reynolds, redactor jefe del Times, 1898
10 comentarios:
Si es que....
Mi cartera os odia profundamente ;)
HEROMAN
:-O que sorpresa el giro que ha dado la "Liga de vapor" de steampunk duro a... heroes!!!
Va a ser una mezcla interesante ;)
Heroman
Héroes, la serie? No tanto en realidad, no más allá de esta u otras pocas escenas similares donde las mallas de licra son así de improvisadas ;)
Por cierto que esta historia la he jugado ya varias veces en jornadas :-D
No se parece un poco a V de vendetta? ^^
No sé, ni he leido el comic ni visto la película...
V de Vendetta se desarrolla en un futuro postnuclear en el que estalló la 3ª guerra mundial y ahora el Reino Unido está gobernado pro un partido fascista. El prota es un misterioso anarquista revolucionario apodado "V", que oculto tras una máscara de Guy Fawkes, empieza una elaborada y violenta campaña con el fin de derrocar el gobierno e incitar a la población a adoptar una sociedad anarquista ^^.
Buena habilidad de resumen!
Pues no hay cataclismo nuclear, sí un régimen totalitario, y los héroes decididamente no son anarquistas, aunque veo la similitud del Enmascarado con "V"; cuando se revelen los secretos de éste, ya verás qué risa ;)
Jeje,a raíz de la peli llevo tiempo trabajando en una historia sobre un personaje así, pero inicialmente era para Reinos de Hierro. La gracia está en que al ser un personaje cuya identidad se desconoce, pueden surgirle imitadores.
Así que mi historia parte del hecho de que uno de los protas es el auténtico Enmascarado y un poco por mala suerte, acaba recibiendo el encargo de eliminarse a sí mismo XD
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