Todos los personajes, jugadores o no, de Aquelarre poseen dos características secundarias denominadas Racionalidad (RR) e Irracionalidad (IRR), aunque se trata en realidad de una sola, pues los valores de ambas características se basan la una en la otra: si sube una de las dos, la otra se reduce en la misma cantidad. El valor que se posee nos indica la posición o la postura que mantiene el personaje ante la dualidad historia-fantasía que rodea el mundo de Aquelarre. Entre los humanos, la suma de RR e IRR es siempre constante, un 100%; da igual la puntuación que tengamos en las dos, siempre y cuando la suma de ambas sume 100. Las criaturas irracionales, los ángeles y los demonios no poseen un mínimo ni un máximo estipulado en sus valores de RR o IRR, y la única regla que siguen es que la suma de ambas debe sumar 100% —un demonio puede tener, por tanto, un 250% en IRR, pero eso implicaría tener un -150% en RR—, pero en el caso de los humanos si que existen unos valores máximos y mínimos que no podrán sobrepasar sin recurrir a la magia o a la fe: la RR nunca podrá aumentarse por encima del 100% ni reducirse por debajo del -100%; la IRR, sin embargo, no tiene tantos problemas, ya que puede aumentarse hasta el 200%, aunque no puede reducirse por debajo del 0%. Esta diferencia se debe a la propia naturaleza humana, que pertenece al mundo Racional, lo que, además, les impide lanzar hechizos sin utilizar componentes —véase el capítulo de Magia, pág. XXX—, una imposición que no poseen las criaturas irracionales, pues para ellas el uso de la magia es algo natural e intrínseco y no necesitan, por tanto, usar componentes en sus hechizos.
Sabemos por tanto los valores que pueden tener nuestros personajes en RR y en IRR, pero ¿qué significan realmente estas características? Es una cuestión complicada, pues su verdadero alcance trasciende las propias reglas y se adentra en los peligrosos campos de la filosofía. De todas formas, trataremos de resumírtelo lo mejor que podamos.
La Racionalidad representa una visión lógica de la vida, una concepción del mundo razonable, ordenada, científica, histórica y humana: todo lo que rodea al personaje puede ser medido utilizando sus sentidos, y lo único verdadero es lo que podemos tocar, lo cotidiano, lo que nos han enseñado nuestros mayores, verdades tan evidentes que sería imposible no creer en ellas: tras la noche llega el día, tras el otoño el invierno, tras la vida la muerte. Y dentro del ámbito de la Racionalidad se acoge la noción de la luz, del día y, por tanto, de Dios —o de Allah o Yahvé—, del cielo, el paraíso y la fe. Para nosotros, lectores del siglo XXI, puede parecer un tanto extraño ese hermanamiento entre religión y razón, acostumbrados como estamos buena parte de nosotros a la inclusión de la religión en el campo de lo metafísico, lo mitológico o incluso lo imaginario, pero no ocurría así en el medievo, ni mucho menos. En la Edad Media la existencia de un Dios era considerada una verdad tan evidente que era inverosímil pensar lo contrario. Por ejemplo, uno de los más grandes filósofos de la Alta Edad Media, santo Tomás de Aquino, afirmaba que existían una serie de “verdades naturales” a las que se podía acceder por la razón, y que la existencia de Dios era la mayor muestra de “verdad natural” que se podía demostrar; y la cosa no terminaría aquí, pues cuatro siglos después, Descartes demostró con su famoso Cogito, ergo sum (“Pienso, luego existo”) que Dios existía, y no sería hasta bien entrado el siglo XIX que el positivismo científico desterrara a la religión y a la fe del mundo racional.
Debe quedar claro, por tanto, que todos los personajes jugadores de Aquelarre conocen la existencia de Dios, pues al tratarse todos ellos de criaturas racionales —en contraposición a las irracionales, de las que luego hablaremos— no pueden negar verdad tan evidente. Otra cosa es que el PJ decida ponerse del lado de Dios, que se una a las legiones infernales o que, como solía ocurrir en la mayor parte de los casos, adopte una actitud escéptica no ante la existencia de Dios, sino a la idea de que Dios se inmiscuya en la vida de los hombres. Por tanto, todos los personajes con un alto porcentaje en Racionalidad pueden ser o no personas devotas, pero lo que está claro es que consideran la magia y la superstición el producto de una mente ignorante, débil o directamente demente, lo que les proporciona una gran resistencia a la magia, producto de su misma incredulidad hacia ella.
En el otro lado de la escala se encuentra su contrapartida, la Irracionalidad, que representa una visión completamente alejada de lo racional, una mirada ilógica, misteriosa y caótica al mundo que le rodea, capaz de presentir lo mágico y fantástico en cada uno de los aspectos del mundo, revelando verdades que van más allá de lo que nuestro sentidos son capaz de percibir, pues detrás de lo que nuestro raciocinio puede ver, oír o tocar se oculta un mundo difícilmente alcanzable para nosotros, humanos hijos de la razón, pero que gracias a determinadas herramientas, como los hechizos y sus componentes mágicos podemos llegar a contemplar e incluso a utilizar.
Debe quedar claro que dentro del campo de la Irracionalidad podemos encontrar no solo la magia, sino también la locura, el mito, la noche y, como contraposición a un Dios racional, nos encontramos a un Diablo irracional, que campa a sus anchas por el mundo de la IRR, congregando a su alrededor a demonios, diablillos, criaturas infernales varias, acólitos y, como no podía ser menos, aquelarres. Por tanto, aquellos humanos que deseen recorrer el camino de la magia y la brujería deberían ir pensando en aumentar su Irracionalidad, pues una mayor creencia supone también un mayor control sobre ella, aunque también implica —todo gran poder posee un reverso tenebroso— una mayor vulnerabilidad a sus efectos.
Por último, nos advertir al lector que en ningún momento hemos hablado de nociones absolutas del bien y del mal, pues las características de Racionalidad e Irracionalidad no tienen nada que ver con ellas: ni los seguidores de la RR son todos unos santos ni aquellos que siguen la senda de la IRR son gente perversa y maligna. La bondad y la maldad la representa el jugador mediante las acciones de su personaje y no puede medirse ni con estas características ni con ninguna otra.
1 comentario:
¡Buena entrada!
Sabías que iba a comentar, lo sabías :P
La verdad es que agradezco el post una barbaridad por dos razones: La primera, que me ha aclarado bastantes dudas que tenía en éste aspecto. La segunda, que es un apoyo para explicarles a tus jugadores la RR/IRR, que nunca es fácil.
Seguid así ;)
¡Un saludo!
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